Los científicos de la Universidad de Ciencias Ambientales y de la Vida de Wrocław han demostrado que la cría de perros pequeños braquicéfalos (de hocico corto) ya se producía en la antigua Roma. Un estudio de cráneo de un perro de hace 2.000 años indica que el animal se parecía más a un bulldog francés. El animal fue bien tratado y fue enterrado con el humano, informa la Universidad.
El descubrimiento de restos caninos con tal anatomía aporta mucha información valiosa. La morfología del perro cuyo esqueleto fue encontrado en las ruinas de la antigua Tralleis se parece al bulldog francés, un perro de compañía moderno. Se suponía que debía acompañar a su guardián, compartir una vida bastante cómoda con él, y no ser un perro de trabajo, como se sabe por la literatura romana disponible.
El animal probablemente fue cuidado no solo durante la vida, sino también después de la muerte. Los exámenes esqueléticos mostraron que el animal fue tratado excepcionalmente bien, lo que lo distingue de otros restos descubiertos pertenecientes a perros de trabajo.