Las turberas, que ocupan aproximadamente el 2% de la superficie terrestre mundial, acumulan casi el doble de dióxido de carbón que los bosques. En los ecosistemas del mundo las turberas acumulan 25% de dióxido de carbón. De acuerdo con Universidad de Ciencias de la Vida de Varsovia (SGGW), el metro cuadrado de turberas recibe anualmente alrededor de 1 kg de este compuesto químico.
La investigación desarrollada en esta universidad ha demostrado un efecto integral y beneficioso de las turberas sobre la condición y el equilibrio del medio ambiente.
Esto significa que drenar las turberas no es rentable. Los beneficios de dejarlos en el estado natural superan ventajas de convertirlas en tierras de cultivo de mantenimiento costoso.
“Los gobiernos de muchos países han notado que el uso de turberas no requiere su degradación. Restaurar el estado original necesita enormes recursos”, enfatizó doctor Mateusz Grygoruk del Departamento de Hidrología y Recursos Hídricos de la Facultad de Construcción e Ingeniería Ambiental SGGW.